Una de las grandes apuestas de MARIO HERNÁNDEZ ha sido la mezcla única de tonos y texturas, pero no siempre fue así. ¿Cuándo cambió todo? Te contamos.
Larga ha sido la historia de amor entre MARIO HERNÁNDEZ y el color, pero el enamoramiento no ocurrió de la noche a la mañana. Fue naciendo, poco a poco y lentamente hasta alcanzar su máxima expresión.
Cuando Marroquinera S.A. se constituyó en 1978 y estableció su planta de producción en la carrera 59 No. 9-77, en Bogotá, estaba dedicada a la creación de artículos de cuero para el mercado masculino. El producto icónico de aquel entonces era el maletín Piloto, diseñado para los pilotos y abogados de la época. Era completamente negro.
La innovación llegó a la marca poco a poco y el primer paso lo dio en los materiales: seis años después de haber explorado el mundo del cuero, la compañía le dio vida a una colección elaborada casi por completo en lona, llamada Marroquinera Sport, ya que el cuero hacía el equipaje muy pesado para los viajeros. La línea era predominantemente negra, a excepción de algunos detalles en cuero color ámbar.
En 1995, luego de que la empresa fracasara con su primera tienda en el exterior, ubicada en el Trump Plaza en Nueva York, pasó a tener el nombre MARIO HERNÁNDEZ y le apostó también al mercado femenino. Aunque en las primeras colecciones la presencia del color era más bien tímida en aquella época, Bogotá era un mercado muy clásico, en especial en los temas de moda, pronto nacería una colección que lo cambiaría todo: Mariposas.
En 1999, el empresario santandereano Mario Hernández Zambrano, fundador de la compañía, encontró en una curtiembre italiana unos hermosos cueros trabajados a mano con mariposas grabadas. Sin pensarlo dos veces los compró y los llevó a su fábrica.
Aunque en la organización no recibieron muy bien la novedad, hizo oídos sordos y continuó adelante con su idea. En el 2000, con el nuevo milenio, lanzó “Celebra”, línea a la que posteriormente bautizó “Mariposas”, y con ella la mujer se convirtió en la inspiración y usuaria principal de los productos MARIO HERNÁNDEZ. En ese momento arranca esta historia de amor al color, que es también la historia de amor por las mariposas.
Desde entonces, la mezcla de tonos y texturas ha sido una constante en la marca. Tanto así que su fundador decidió seguir nutriendo el idilio y de paso hacer visible
su gran pasión por el arte mediante una alianza con el pintor estadounidense William DeBilzan, otro amante del color, y trasladó las obras del artista a sus carteras. Este es el origen de la colección DeBilzan, que reproduce obras pictóricas dentro de un marco de arte marroquinero.
UN AMOR QUE RENACE
Con la llegada de Lorenzo Hernández hijo menor del fundador a la compañía, este amor renovó sus votos. El director creativo de MARIO HERNÁNDEZ le apostó a la vasta riqueza natural, cultural, artesanal y étnica que ofrece el territorio colombiano para inspirar no solo las nuevas colecciones, también un nueva imagen para la marca. El logo, la tipografía y hasta su icónico Unicornio fueron renovados. Los pullers, los forros internos, los empaques y las vitrinas también pasaron por una metamorfosis en la que el color es clave.
Los tonos originales del logo cambiaron: ahora se puede ver en una combinación de dorado (que representa la lucha de la marca por ser la mejor en el saber hacer marroquinero) y azul (basado en la mariposa morpho azul colombiana, una especie única). Adicionalmente, la ilustradora María Paula Moreno creó una hermosa y colorida imagen que muestra la exótica belleza de la fauna y la flora colombianas, la cual está presente tanto en las colecciones como en la parte interna de algunos productos y en las bolsas de empaque.
La marca hoy se da el lujo del color, porque ha tomado a Colombia como fuente de inspiración y a su infinita variedad de tonalidades, que bañan de la tierra al cielo este mágico territorio, para vestir sus colecciones.