¿Qué es la colombianidad?

Cuando hablamos de colombianidad, nos referimos a lo que implica ser colombiano en el sentido extenso de estas dos palabras. No se trata solo de haber nacido en esta tierra, es decir, no aflora cuando llegas al mundo en esta parte del planeta; lo adoptas en el camino si resuena contigo.

Esto implica que nacer en Colombia no significa que te sientas colombiano o que abraces tu colombianidad. Un artículo publicado en la página web de Señal Colombia lo explica claramente: “La colombianidad está más relacionada con la identidad que genera hacer parte del país que con ser o no ser colombiano, de tal manera que alguien que no esté relacionado con nuestra gente bien puede identificar cuáles son esos elementos que caracterizan a la mayoría de colombianos”.

Pero, ¿Cuáles son esos elementos que el texto menciona?

De hecho son muchos. Algunos de ellos se relacionan con el patrimonio cultural de la nación; o sea, con los bienes materiales y las expresiones inmateriales, que son, entre otros, tanto la lengua castellana como las lenguas y dialectos de las comunidades indígenas, negras y creoles. También la tradición, el conocimiento ancestral, el paisaje cultural, las costumbres y los hábitos.

Tan colombiano como…

Hay muchas cosas que nos reconocen como colombianos: el café, la música, la alegría, la amabilidad, la gozadera, el baile… Pero más allá de cómo nos ven, la colombianidad hace referencia a cómo nos vemos a nosotros mismos. Así lo explica David Fernando Jáuregui Sarmiento en su texto Las películas de la colombianidad durante el momento de la Seguridad Democrática: “La colombianidad es la auto-representación de los colombianos sobre lo que significa ser colombianos. En otras palabras, es la manera en que los colombianos se ven a sí mismos: se construye a partir de las actitudes comunes, características comunes, construcciones simbólicas comunes, tradiciones, mitologías comunes, mitos fundacionales históricos comunes y, en fin, todos esos elementos que constituirían la comunidad imaginada para hacer una nación (…)”.

Así mismo los bienes materiales de naturaleza mueble e inmueble a los que se les atribuye especial interés histórico, artístico, científico, estético o simbólico en ámbitos como el plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico o antropológico.

No obstante, tienen una particularidad: no son estáticos. O lo que es lo mismo: van cambiando con el tiempo. Esto lo aseguran Santiago Castro-Gómez y Eduardo Restrepo en el libro Genealogías de la colombianidad: “Antes que de ‘colombianidad’, se hablará más bien de regímenes de colombianidad, entendiendo con ello los dispositivos históricamente localizados y siempre heterogéneos, que buscan unificar y normalizar a la población como ‘nacional’, al mismo tiempo que producen diferencias dentro de esta”.

Además asegura que la colombianidad es un sentimiento. Es decir, que ser colombiano despierta un sentido de identidad que no es simplemente la identidad nacional. “No solo se exalta pertenecer al país sino, precisamente, todo eso que significa hacer parte del grupo llamado colombianos y que va más allá de lo que dicta la Constitución”.

Es ese “tan colombiano como…” o “más colombiano que” que nos decimos a nosotros mismos, eso que sentimos nos representa:

  • Lo que podemos percibir, como los paisajes, la arquitectura de nuestros pueblos y ciudades, y la magia de nuestras reliquias históricas y arqueológicas.
  • Lo que podemos oler, como los buñuelos fritos en paila, la natilla en plena preparación, una humeante taza de café, el sancocho de leña al lado del río.

  • Lo que podemos escuchar, como el vallenato a todo volumen en la calle, las ballenas jorobadas en el Pacífico y los colibríes zumbando entre las flores.
  • Lo que podemos degustar, como los tamales, las empanadas de pipián, las arepas de maíz con mantequilla, un crujiente chicharrón.
  • Lo que podemos tocar, como la rústica sensación de las paredes de cal de las casas de Villa de Leyva, el delicado tacto del contorno de una orquídea y la suavidad de las arenas de Playa Neguanje en el Parque Tayrona.

Sin embargo, esto es solo una parte. También están esas actitudes y virtudes que nos caracterizan, las costumbres que adoptamos, los dichos, las expresiones, los agüeros, las leyendas, las historias de tradición oral, las técnicas artesanales, en fin… Todo lo que nos hace sentir orgullosos de haber nacido en esta tierra y que nos convierte un país único. Ese es el verdadero lujo colombiano.

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