La firma marroquinera pasó en plena pandemia por una gran metamorfosis: cambió el logotipo, los colores y el icónico Unicornio, pero, además, realizó una gran apuesta de cara a los nuevos tiempos: manifestar, a través de sus productos, aquello que nos hace únicos como país. Esta nueva aventura le ha valido a la marca varios reconocimientos. Te contamos cuáles son.
En Colombia la palabra lujo nos es muchas veces ajena, lejana y exclusiva de otras latitudes. Nos remite a exóticos reinos en países gobernados por reyes, reinas, emperadores, sultanes o emires; nos hace fantasear con castillos y palacios, y con grandes tesoros escondidos en bóvedas inaccesibles.
También nos trae imágenes, más contemporáneas y de tinte cinematográfico, protagonizadas por limosinas, mansiones, diamantes y vestidos de alta costura. Nos hace soñar con autos, ropa, vinos, relojes y tecnología proveniente de otros continentes para conseguir el estatus que anhelamos o queremos proyectar. Nuestro concepto de lujo se asocia mayormente a lo foráneo, lejos de nuestra propia cultura y de quienes somos.
Hablar de un lujo colombiano puede sonar contradictorio si nos regimos por esa filosofía del “tener” o acumular bienes materiales, en especial cuando somos considerados un país en vías de desarrollo. No obstante, lujo no es solo “abundancia en el adorno o en comodidades y objetos suntuosos”, también es una “persona o cosa valiosa, excepcional o extraordinaria” o algo de “elevada categoría, excelencia o exquisitez” y de eso en Colombia tenemos de sobra.
¿Qué es el lujo colombiano?
Si bien los conquistadores llegaron a saquear buena parte de los metales y gemas preciosas de nuestras tierras, así como las creencias de nuestros pobladores, quienes vivían en nuestro suelo, nuestros antepasados, tenían un acervo difícil de extinguir: un invaluable compendio de saberes y un entorno natural único en el mundo.
Heredamos de nuestros antepasados técnicas artesanales que se han mantenido vigentes generación tras generación y que le otorgan riqueza visual a objetos decorativos y prendas de vestir; contamos con algunos de los paisajes naturales más hermosos del mundo; tenemos una diversidad de fauna y flora que es la envidia de los países desarrollados; gozamos de una gran variedad de pisos térmicos, así como de un nutrido espectro musical y gastronómico; nuestra gente es cálida y amable, y nuestro espíritu, alegre y festivo.
Nuestro lujo viene de la tierra que pisamos y de la riqueza que esta nos ofrece, de nuestro pasado, de nuestro particular mestizaje, de la historia que nos hizo el pueblo que somos hoy. Este es el verdadero lujo colombiano.
Una gran apuesta
MARIO HERNÁNDEZ ha apostado desde el 2020 a ser la expresión de ese lujo y para lograrlo decidió transformar su imagen y reflejar esta nueva consigna en sus productos. Quiere vivir en el aquí y el ahora –base de la filosofía de vida de su fundador–, pero sin dejar de lado los relatos mágicos que nos caracterizan como país.
Para llevar la firma por ese camino, se realizó un cambio de logo. “Nos basamos en el tipo de letra vigente en 1995 y de la mano del estudio de tipografía Bastarda, le dimos vida a una fuente completamente nueva, llamada Capitanejo, creada solo para la marca, pues la exclusividad es uno de los más importantes atributos del lujo”, cuenta Lorenzo Hernández, hijo del fundador de la compañía y actual director creativo.
Así mismo se transformó el unicornio –figura mitológica que ha reconocido tradicionalmente a la firma–, por uno inspirado en el caballo de paso colombiano, patrimonio genético de nuestro país, y los colores originales del logo: ahora se puede ver en una combinación de dorado (que representa la lucha de la marca por ser la mejor en el saber hacer marroquinero) y al azul (basado en la mariposa morpho azul colombiana, una especie única).
Adicionalmente, la ilustradora María Paula Moreno creó una hermosa imagen que muestra la lujosa riqueza de la fauna y la flora colombianas, la cual está presente en algunas colecciones y en la parte interna de las bolsas de empaque.
Reconocimientos
Estos cambios, que empezaron a ser evidentes a mediados del año pasado, le han valido a la marca varios reconocimientos.
El primero de ellos fue el Premio a la Excelencia 2021 en la Typography Competition que realiza anualmente la revista estadounidense Communications Arts, un evento que celebra el mejor uso de la tipografía como elemento visual principal en el diseño y la publicidad, además de nuevos diseños tipográficos. El galardón fue otorgado por la creación de la tipografía Capitanejo.
El segundo fue concedido por parte de Federación Colombiana de Asociaciones Equinas, Fedequinas, que nombró a Mario Hernández Zambrano, fundador de la marca, y a su hijo Lorenzo Hernández como “embajadores internacionales del caballo criollo colombiano de paso”, por la reinvención del unicornio de la marca basada en la estructura anatómica de este espécimen.
Y el tercero, una reseña en el prestigioso blog Brand New, una división de UnderConsideration, que registra y proporciona opiniones sobre el trabajo de identidad corporativa y de marca alrededor del mundo. En esta se dice sobre la nueva familia tipográfica y el rediseño de la firma: “es una diferencia bastante sorprendente (frente a lo que se tenía anteriormente) que transforma a Mario Hernández de aspirante a marca de lujo a una marca de lujo real, que incluso si era una antes del precio y el estatus, no se encontraba en el producto físico o en las comunicaciones. En general, es una evolución sólida y es genial ver a una marca sudamericana trazar su propio camino de diseño en lugar de simplemente intentar imitar pobremente los estereotipos americanos y europeos”.