Esmeraldas colombianas: ¿qué las hace únicas?

No solo se explotan en nuestro país, pero en esta tierra se formaron en unas condiciones especiales que las vuelven no solo más valiosas, también más atractivas. ¿Cuáles son?

En el reino multicolor de las piedras preciosas clásicas, dice Víctor M. Carrillo Lombana en el libro Esmeraldas de Colombia: Patrimonio Geológico de la Humanidad, la esmeralda es la reina carismática y sensual que comparte el poder con un apuesto rey, el diamante, y dos príncipes galantes, el rubí y el zafiro.

No hay una mejor descripción de por qué son tan importantes, pero agrega algo contundente: la esmeralda, por su composición y estructura cristalina, constituye una de las especies más complejas del reino mineral. De ahí su valor.

Aunque Colombia no es el único país que las explota —también hay yacimientos de esmeraldas en Brasil, Zambia, Rusia, Australia, Madagascar, Canadá, Estados Unidos y Zimbabue—, las formadas en esta Tierra Querida tienen unas condiciones especiales.

¿Dónde están?

Ubicado específicamente en los flancos oriental y occidental de una zona de la Cordillera Oriental, entre los departamentos de Boyacá y Cundinamarca, el corazón esmeraldero de Colombia está concentrado en tres municipios clave: Muzo, Gachetá y Gachalá. Allí están consolidadas las minas de Borbur, Coscuez, Chivor, Peñas Blancas y Otanche.

¿Por qué son verdes?

Desde el punto de vista mineralógico clásico, la esmeralda natural es la variedad verde del mineral berilo, denominado así por incluir en su composición un elemento muy escaso: el berilio (Víctor M. Carrillo Lombana, Esmeraldas de Colombia: Patrimonio Geológico de la Humanidad). Su coloración verde es producto de la presencia de impurezas de cromo y vanadio.

¿Qué hace diferentes a las colombianas?

Tuvieron un proceso de formación único. Se produjeron por procesos hidrotermales; es decir, gracias a fluidos salinos que se liberaron por movimientos tectónicos y entraron en contacto con evaporitas (sales formadas por la evaporación de aguas marinas) y no por procesos metamórficos en rocas ígneas intrusivas, que se forman a partir del enfriamiento lento del magma, como es usual (https://joyeriaintercontinental.com/esmeraldas-colombianas-unicas-en-el-mundo/).

Esto le da a las piedras unas características de intensidad de color, claridad y tamaño que son exclusivas de nuestra Tierra Querida. De hecho, Colombia es el único país en el que se encuentran las esmeraldas de color azulado.

Otra particularidad de las esmeraldas colombianas es la conformación de una macla (agrupación simétrica de cristales idénticos) compleja, la cual, observada en sección transversal, semeja la vista lateral del eje de un “trapiche” o molino rudimentario empleado por los campesinos colombianos para exprimir la caña de azúcar (Víctor M. Carrillo Lombana, Esmeraldas de Colombia: Patrimonio Geológico de la Humanidad).

Esta extraña variedad se caracteriza por tener un patrón radial de 6 puntas y se encuentra solo en nuestro país.

Un nacimiento de leyenda

Detrás del místico color de esta gema preciosa y de la zona en la que se halla, hay una hermosa leyenda. Una historia de embrujo verde que tiene como protagonistas a dos enamorados: el príncipe Tena y la princesa Fura.

Cuenta Víctor M. Carrillo Lombana en su libro Esmeraldas de Colombia: Patrimonio Geológico de la Humanidad que por aquel entonces numerosas deidades poblaban el reino mitológico de los Muiscas, gobernado por el Dios Supremo, Aré.

La pareja era depositaria de los afectos de este Dios, quien admiraba el amor que los unía. Sin embargo, esto despertó la envidia del dios del mal que para separarlos se encarnó en un apuesto extranjero que entabló amistad con los príncipes. Llegado el momento, aprovechó que Tena estaba fuera de casa porque debía defender el reino de bárbaros invasores y conquistó los favores de la princesa.

El príncipe resultó herido y llegó tambaleante donde su amada, en sus brazos, esperó la muerte. Fura se sintió culpable y arrepentida; lloró inconsolablemente. Lloró tanto que muchas de sus lágrimas cayeron a la Tierra y se congelaron formando bellos cristales de esmeraldas.

Aré, conmovido por su dolor, decidió inmortalizar a la pareja. Convirtió a Tena y Fura en dos gigantescos peñascos que hacen guardia permanente en los ancestrales terrenos del reino sagrado de las esmeraldas.

Curiosidades de las esmeraldas colombianas

* Una de las esmeraldas más valiosas y famosas del mundo se encontró en 1967 en la mina Vega de San Juan, en Gachalá. Es conocida como la Esmeralda Gachalá o Emilia, pesa un poco más de 3 libras y es una de las 5 más grandes halladas hasta la fecha. Hoy forma parte de la colección del Instituto Smithsoniano de Washington.

* En 1995, Colombia obtuvo el récord Guinness por el mayor cristal de esmeralda del mundo, descubierto en la mina Las Cruces, cerca de Gachalá, en 1969. Tiene un peso de 7.025 quilates.

* La leyenda de Pura y Tena se encarnó en dos importantes piedras que llevan sus nombres. Fura, de 11.000 quilates, es la segunda más grande del mundo, mientras Tena, de 2.000 quilates, tiene mayor calidad y un llamativo color verde oscuro.

Una colección inspirada en las esmeraldas

Las esmeraldas colombianas fueron el punto de partida de la nueva edición de PRIMARIO BORBOLETRAS, que tiene una combinación única de colores y texturas.

Por un lado la ligereza que ofrece la lona PVC con el patrón MH en color capuchino. Por el otro, las iniciales grabadas en bajorrelieve y la suavidad del cuero italiano repujado con mariposas en color esmeralda. Y la versatilidad del cuero liso dorado metalizado como balance.

El perfecto equilibrio entre los símbolos que reconocen a MARIO HERNÁNDEZ. 

¿Qué sabes tú de las esmeraldas colombianas? Cuéntanos en los comentarios.

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