Este sombrero, protegido con la denominación de origen, tiene unas particularidades únicas que lo diferencian de cualquier otro. Desde las condiciones en que se trabaja la fibra de la palma de iraca, hasta la manera en que se ponen el tafilete y la cinta, cada parte de su proceso de elaboración debe cumplir con ciertos requisitos. Estos son.
Un auténtico sombrero aguadeño es una pieza de artesanía fina. ¿Esto qué significa? Que su largo proceso de elaboración, 100 % manual, tiene unas características únicas y unas condiciones especiales que garantizan su duración y calidad.
El primer requisito para que sea considerado como tal, tiene que ver con el lugar de su fabricación. En este caso, no solo se trata de la población de Aguadas —de la que proviene su nombre—, sino también la zona urbana, en especial las veredas de Alto Bonito, Viboral, El Edén, La Zulia y Pito.
En estos sitios se teje y también se siembra la palma de iraca, materia prima del sombrero aguadeño.
La materia prima
La recolección y procesamiento de esta fibra debe hacerse de una manera especial, así como el resto de las fases sucesivas. Estos requerimientos se especifican en un documento en el que la Superintendencia de Industria y Comercio, SIC, le otorgó la protección de denominación de origen (la información acá contenida se basa en ese texto).
Por ejemplo, únicamente se pueden cosechar los brotes o cogollos, sin manchas, daños o huecos (perforaciones de insectos), y el proceso debe hacerse un poco antes de la apertura de la hoja, cuando tienen aproximadamente 40 días y una longitud de 50 a 70 cm.
El corte debe ser cuidadoso y realizarse con herramientas afiladas y limpias, cuidando de no dañar las plantas. Se corta de forma diagonal con un machete, durante la fase de luna menguante.
Una vez recolectados, los cogollos se sacuden para abrirlos y despegar las hojas. Se retira la parte externa o cubierta dura que protege el resto de la hoja y se selecciona la paja de menor tamaño. En este paso es importante tener en cuenta su grosor para clasificarla en extrafina, fina, corriente o gruesa.
La fibra
Para obtener una fibra a partir de los cogollos de palma, sigue el proceso de ripiado. Con una tarja se separan las nervaduras de la parte central de las hojas en cintas delgadas y flexibles.
Después se blanquean para darles su característico color beige. En este paso, los cogollos se agrupan en manojos, se enjuagan y se dejan en un recipiente con agua durante 12 horas. Luego de este tiempo, se lavan hasta que el agua salga clara y se sacuden para retirar la humedad superficial.
Posteriormente, se secan a la sombra, en un lugar ventilado: se cuelga cada cogollo en una cuerda con la cepa hacia arriba, cuidando de que entre uno y otro haya una distancia de al menos 4 o 5 cm para facilitar la circulación del aire. Esto asegura que su color natural sea uniforme.
Cuando están secas, se ponen a los rayos directos del sol entre 8 y 16 horas para fijar el tono. Cada cogollo debe voltearse una o dos veces con el fin de que este quede parejo.
En caso de que se quiera una fibra aún más clara, se hace un proceso de blanqueado con azufre “estufado”; es decir, se expone a la acción del humo de azufre en un horno de “estufado” y luego nuevamente a los rayos del sol. En ocasiones esto debe repetirse dos veces.
Cuando las fibras están listas, los cogollos se unen, utilizando una cuerda enhebrada en una aguja capotera, hasta formar una hilera que se enrolla sobre sí y se ata con los extremos.
El tejido
La elaboración del sombrero también tiene un paso a paso particular:
Antes de iniciar, se prepara la paja; es decir, se humedece con agua para conseguir que la fibra se vuelva flexible, evitando que se quiebre, lo que hace que tejido quede bien cerrado o tupido.
Durante el proceso, el tejido se debe ir apretando de manera uniforme, evitando que se “encoque”. En este punto es importante tener algo en cuenta: el derecho de la fibra corresponde con la cara visible del sombrero. El primer paso es hacer la “traba” o el centro del tejido. Luego, se crea el plato alrededor de esta, que es la parte alta y plana (o ligeramente cóncava) de la copa, que generalmente tiene forma circular. Cuando está lista se debe aplanar y alisar sobre una superficie sólida para darle mayor estabilidad y uniformidad; esto se hace con una herramienta lisa y dura conocida como “asentador”.
Para realizar el cuerpo de la copa se da continuidad al tejido utilizando una horma o molde llamado “entrecopa” con medidas y forma predeterminada según el diseño deseado. Y para el ala, se prolonga el tejido hacia afuera, generando un disco horizontal con relación al centro de la copa.
Los acabados
Lo que queda del tejido se conoce como “sombrero en rama”, al que se le deben cortar las pajas sobrantes o “mochos”, y el ala para darle el ancho que se haya determinado. En seguida, se cose un ribete con el fin de evitar que se deshilache con el paso del tiempo.
A continuación se asienta el tejido y se hace el proceso de engomado, encolado o prehormado. El objetivo es ligar las fibras, impermeabilizar el tejido y prolongar la duración de determinada forma o estilo, reforzando la acción de planchado o prensado. La goma se aplica sobre toda la superficie en la cantidad precisa, de tal modo que este no se haga quebradizo ni brillante y que conserve la flexibilidad y color originales.
Sigue, entonces, el hormado o prensado, que permite definir en un solo proceso el tamaño del contorno o la talla, y el diseño o estilo del sombrero, conservando esta forma por largo tiempo durante su vida útil. Para conseguirlo, se somete a procesos húmedos de terrmofijado en máquinas especializadas para ello.
Finalmente, se hace el tafileteado y el encintado. El tafilete es una cinta de algodón de 3 cm de ancho que se cose alrededor de la parte interna del sombrero, donde termina la copa y nace el ala. Su función es estabilizar el tamaño del contorno, absorber el sudor y darle espacio a la marquilla.
El encintado, exclusivamente decorativo, es una cinta de algodón negra que rodea la copa por la parte externa, junto al ala. Con ella se da por terminado el sombrero aguadeño.
MARIO HERNÁNDEZ recibe esta pieza de artesanía fina, sin tafilete y sin cinta, para ponerlos en su fábrica en Bogotá. A diferencia de los originales, no se hacen de algodón sino de cuero, que es la especialidad de la marca.
Después sigue la marcación al calor, un delicado proceso realizado por expertos de la firma, que consiste en calentar un sello metálico con la forma del nuevo Unicornio MARIO HERNÁNDEZ, inspirado en el caballo criollo de paso colombiano. Una vez alcanza la temperatura ideal se marca sobre la parte interna de la copa para dejar su huella.
¿Ahora entiendes por qué hablamos de artesanía fina?
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